Hacia 1921, a Lima aún le faltaba desarrollar el aspecto ornamental
en comparación a sus pares latinoamericanas. Quizá por ello, las
representaciones diplomáticas y las colonias extranjeras residentes en la
capital comprendieron que la mejor manera de festejar en aniversario de la
Independencia era regalándole conjuntos escultóricos que embellecieran sus
plazas, parques y avenidas. El estado peruano también colaboró con este
proyecto de modernización de la ciudad vinculado al ornamento de los espacios
públicos.
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