Bajo este nombre se denominó a
la noche del 30 de junio de 1934 en que se llevaron a cabo los asesinatos de un
conjunto de hombres pertenecientes al círculo político de Adolf Hitler, entre
ellos uno de sus más allegados colaboradores y jefe de la SA, Ernst Röhm.
Es importante señalar los
antecedentes que determinaron el curso de las acciones y perfilar la figura de
Röhm: desde su aparición en la escena política, se lo reconoció más por su
actuación militar. Alistado en el ejército bávaro durante la Primera Guerra
Mundial, sirvió en sus filas con evidente destreza. Hacia 1920 ingresa al
Partido Obrero Alemán, conoce a Hitler, y pasa a formar parte de Parido
Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP). En 1921 organiza la SA
(Sturmabteilung o “tropas de asalto”), estructura paramilitar del partido nazi
alemán. Colaboró en el intento de Golpe de Estado de 1920, lo que le valió 15
meses de prisión. Posteriormente, se exilió en Bolivia, luchando en la guerra
del Chaco y regresó en 1930 para reconstruir junto a Hitler el partido nazi. A
partir de entonces, continuó al mando de la SA, pese a que en 1931 la República
de Weimar le ofreciera el cargo de coronel dentro del ejército. Es entonces
cuando Hitler le ofrece la jefatura de SA, institución que adquiere cada vez
mayor importancia: el número de efectivos para entonces, 3500 aproximadamente,
multiplica su valor hasta llegar a 70000 integrantes.
Los objetivos de ambos
dirigentes se bifurcan: Röhm fantasea con lograr el poder absoluto dentro del
partido nazi a través de la unificación de la SA con el ejército alemán (la Reichswehr).
El conflicto se encrudece cuando, pese a la negativa de Hitler, el jefe de la
SA insiste en su propósito, tomando sus propias iniciativas. Para entonces, año
1934, ocurre un hecho que favorecerá los planes del futuro Fürer, el incendio
del Reichstag, adjudicado al comunista holandés, Marius Van del Lubbe. La
veracidad acerca de la autoría del suceso fue varias veces sospechada y
cuestionada, pero lo cierto es que no se encontraron, oficialmente, otros
responsables. Hitler ve la necesidad de poner en marcha un plan anticomunista,
alentando a Hindenburg para que éste le de poderes extraordinarios que permitan
la detención, supresión de derechos, etc, a personas sospechadas. Aunque estos
súper poderes le son negados, comienza la persecución a judíos, sindicatos, y
todo elemento opositor a su ideología. Urgía eliminar cualquier tipo de
conflicto interno dentro del partido y una sublevación por parte del ejército
alemán, de ninguna manera era un buen aliciente para los planes futuros de
Hitler. Este no era su único temor, la SA fuera de su control significaba un
estorbo para su propia libertad de acción. Antes de la muerte de Hindenburg
consigue que éste pida la disolución de la fuerza paramilitar: el ejército
alemán le jura fidelidad y el 29 de junio de 1934 comienzan las detenciones y
asesinatos. Al día siguiente, Róhm es enviado a prisión por el mismo Hitler y,
posteriormente, asesinado. Junto con él, murieron otros miembros sospechosos de
traicionar al Fürer. Los nazis hablaron de 19 muertos, aproximadamente, otras
investigaciones llevadas a cabo , mencionan alrededor de 200. La SA no fue
disuelta pero perdió todo su antiguo poderío. Parte de sus alistados pasó a
formar parte de la SS, responsable del Holocausto que siguió a las políticas de
exterminio nazi. La Noche de los Cuchillos Largos, fue el último obstáculo que
Hitler debió librar antes de obtener el poder absoluto, tras la muerte de
Hindenburg, y el control del estado alemán entre 1934 y 1945.
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