En 1860, durante la Segunda Guerra
del Opio, las fuerzas expedicionarias británicas y francesas, que marcharon
hacia el interior desde la costa, llegaron a Pekín. En la noche del 6 de
octubre unidades francesas se desviaron de la fuerza de ataque principal hacia
el Antiguo Palacio de Verano.
Aunque el comandante francés
Montauban aseguró al comandante británico Grant de que "nada había sido
tocado", en los saqueos también hubo participación china. El Antiguo Palacio
de Verano estaba ocupado sólo por unos pocos eunucos, pues el emperador Xianfeng había huido.
No hubo resistencia significativa a los saqueos, aunque muchos soldados imperiales
estaban en los alrededores.
El 18 de octubre de 1860, el Alto
Comisionado británico en China Lord Elgin, en represalia por la tortura y la ejecución
de casi veinte prisioneros europeos e indios (incluyendo dos enviados
británicos y un periodista deThe Times ), ordenó la destrucción del
palacio.
Los enviados, Henry Loch y Harry Parkes, habían ido al frente de la fuerza p rincipal bajo bandera de tregua para
negociar con el príncipe I en Tungchow.
Después de un día de conversaciones, el 29 de septiembre ellos y su pequeña
escolta de soldados británicos e indios se vieron súbitamente rodeados y
tomados prisioneros. Fueron llevados a la Junta de sanciones en Pekín, donde
fueron detenidos y torturados. Parkes y Loch fueron devueltos después de dos
semanas, con otros catorce supervivientes. Veinte presos británicos, franceses
e indios murieron. Sus cuerpos apenas eran reconocibles. Este trato a su gente
causó un rechazo entre el ejército europeo.
La destrucción de la Ciudad Prohibida también fue pensada para ser
una forma de desalentar al Imperio chino a utilizar el secuestro como
instrumento de negociación y como venganza por el maltrato a los prisioneros.
Fueron empleados 3 500 soldados
británicos para incendiar todo el lugar, y llevó tres días quemarlo. El palacio
fue saqueado y quemado dos veces. La primera vez fue en 1860 por las fuerzas de
los ejércitos británico y francés, y sólo 13 de los edificios reales
sobrevivieron intactos, la mayoría de ellos en las zonas remotas o por el lado
del lago. La segunda vez fue en 1900 durante la invasión de la guerra de los boxers, y en esta ocasión
no quedó prácticamente nada.
Charles George Gordon, en aquella época
capitán de 27 años de los "Royal Engineers" que formó parte de las
tropas, describía este suceso así:
Salimos, y, después del saqueo,
quemamos todo el lugar, destruyendo de manera vandálica una propiedad tan
valiosa que no podría ser reemplazada por el trabajo de cuatro millones de
personas. Sacamos mas de 48 £ por cabeza en recompensa ... Me ha ido bien. La
gente local es muy amable, pero creo que los grandes nos odian, después de lo
que hicimos al Palacio. No puede imaginarse la belleza y la magnificencia de
los lugares que quemamos. Nos dolía el corazón al quemarlos, de hecho, estos
lugares eran tan grandes, y teníamos tanta prisa, que no pudimos saquearlos con
cuidado. Se quemaron cantidades de adornos de oro, al confundirlos con latón.
Fue un trabajo terriblemente desmoralizador para un ejército.
Un consuelo para los chinos fue que
los saqueadores británicos y franceses prefirieron la porcelana (mucha de la
cual todavía está en casas de campo inglesas y francesas) antes que las vasijas
de bronce, apreciadas por los locales para cocinar y para los entierros. Muchos
de los tesoros eran de las dinastías Shang, Zhou y Han y llegaban a tener hasta
3600 años de antigüedad. Se salvó del saqueo la fuente Haiyantang, con sus 12
cabezas de animales en bronce.
Una vez que el Palacio de Verano fue
reducido a ruinas, se instaló un letrero con una inscripción en chino que decía
"Esta es la recompensa por la perfidia y la crueldad". El incendio
del palacio fue el último acto de la Segunda Guerra del Opio.
Como en la Ciudad Prohibida, a ningún
ciudadano chino común le era permitido entrar en el Palacio de Verano, ya que
era utilizado exclusivamente por la familia imperial El incendio de los
Jardines de la Brillantez Perfecta es todavía un tema sensible en la China
actual.
Según el Prof. Wang Dou Cheng de
la Universidad del Pueblo de Pekín, no todo el
Yuanming Yuan pereció en el incendio original; sin embargo, con el paso
del tiempo las ruinas continuaron siendo saqueadas por buscadores de tesoros
chinos, incluso durante la Revolución Cultural.
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